2007/10/07

7 - Una visita del "Más Allá"

"No, no, no" - se decía a sí misma. Diana no sabía lo que hacía allí, y su inerte compañero no iba a aclararle la situación. Casi se le saltaban las lágrimas cuando empezó a acercarse lentamente gateando al cuerpo. Sentía como si la cadena de plata del crucifijo se le clavara en el cuello. - "Esto tiene que ser otro sueño..." - pensaba aturdida aún por la situación.

Miró la cara de aquel hombre, esa mueca de terror fijada clavaba su acusadora mirada en ella. El rostro le parecía algo familiar, pero no conseguía ubicarlo. No parecía tener los treinta años, y a pesar del gesto de su cara, se notaba que había sido bastante atractivo. Buscó en sus bolsillos con las manos temblorosas para ver si había alguna identificación que le refrescara la memoria y lo reconocía, pero los bolsillos del desgraciado estaban vacíos.

Se sentó otra vez mirando a aquel individuo, tenía el cuello atravesado por cuatro surcos paralelos. Se intuían profundos debido al gran charco de sangre formado debajo de la cabeza. Un pequeño destello en éste le hizo fijarse en un pequeño objeto metálico atado a un cordón negro que rodeaba el cuello atravesando una de las incisiones. Lo recogió, desenganchándolo de la víctima. Del cordón pendía un colgante, el cual, a pesar de haber estado sumergido en la sangre, brillaba vivamente sin mancha alguna.

Un desagradable recuerdo atravesó su mente, ella estaba allí con él en ese mismo callejón. No sabía por qué había salido con él del local en el que estaban, ni cómo habían llegado a esa situación. Él la sujetaba con fuerza contra la pared, presionándole el cuello con su antebrazo. No podía respirar, se ahogaba. De repente en un último forcejeo lanzó su mano contra él y su sangre le salpicó, notaba cómo el cálido líquido le recorría la cara y entonces todo se volvía negro de nuevo.

Estaba segura, es tipo había intentado retenerla por la fuerza, seguramente la habría matado, y aún no comprendía cómo ella se había salvado y él, en cambio yacía muerto.

"Te dije que serías la siguiente..." - una voz extrañamente familiar, una mezcla entre un gruñido y voz humana, sonó desde la oscura entrada del callejón.