2007/08/26

1 - Corre

[Abrí los ojos. Sentía el frescor de la hierba en la espalda.

La luna lucía en lo alto justo sobre mí, brillante y llena, con tal luminosidad que no se veían estrellas más que en el horizonte.

El olor húmedo y frío del bosque me hizo incorporarme rápidamente, tanto que me mareé unos segundos y tuve que apoyar las manos en el suelo. Tenía los músculos entumecidos, no sabía qué hacía allí, ni cómo había llegado, ni por qué estaba desnuda.

Necesitaba aclarar mis pensamientos, qué pasaba, el último recuerdo que tenía era de cuando acababa de acostarme y...

Un ruido ensordecedor me sacó de mis pensamientos de pronto. Hubo una especie de pequeña explosión a pocos centímetros de mí.

Entonces me di cuenta, alguien me estaba iluminando a mi espalda, no comprendía cómo no me había dado cuenta antes, sus pisadas, su respiración, su olor invadía todo el ambiente desde hacía rato, pero sumergida en mis pensamientos no me fijé, todos estos pensamientos se arremolinaron en mi cabeza en una pequeña fracción de segundo, tiempo que tardé en reaccionar.

Casi me cuesta la vida la falta de alerta de antes del disparo.

Entonces sin siquiera intentar darme la vuelta, sin darle oportunidad de apuntar mejor empecé a correr.

Correr, correr por mi vida: este era el único pensamiento que tenía en la cabeza.

Sentía el viento oponiendo resistencia a mi huída, recorriendo toda la superficie de mi piel descubierta y húmeda, enfriándola. Mi corazón latía desbocado, bombeando la sangre directamente a mis músculos previamente entumecidos, que estaban trabajando a pleno rendimiento.

Otra explosión a mi espalda, y un tronco se astilló detrás de mí.

"Qué coño está pasando, ¡me están disparando! ¡Corre!" - no había más escapatoria que correr.

La luz de la luna iluminaba todo el camino, entre los árboles, me veían perfectamente sin necesidad de los focos, necesitaba avanzar más rápido, necesitaba un lugar donde esconderme, pero no pudo ser. Frené en seco justo cuando llegué al borde de un precipicio: fin del bosque, fin del camino. Una caída libre de tresecientos metros se abría ante mí. ¡Mierda!, ¿dónde estaba?

Me giré. Por lo menos, si iba a morir ahí quería saber al menos quién era mi asesino, pero este deseo no se iba a cumplir. Las potentes luces con las que me apuntaban me deslumbraron y...

¡BAM!

Me incorporé alterada en la cama, un sudor frío me racorría la piel, tenía el corazón a mil. Se que había oído ese ruido, encendí la luz y entonces comprendí qué había sido. La puerta del dormitorio está cerrada, se ha cerrado con el viento. Se oye cómo silba fuera.

Son las cuatro de la mañana. ]


Escribió su sueño en una libreta que tenía en la mesilla. Hacía unos meses que aquello se había convertido en un ritual. Casi todas las noches las pesadillas se presentaban en sus sueños, a veces se repetían avanzando cada vez un poco más, otras eran totalmente distintas, pero la de esta noche era la predominante.

Se levantó y fue a la cocina, necesitaba beber algo, tenía la boca completamente seca.

Al abrir la puerta comprobó que, efectivamente, la corriente de aire, bastante fuerte esa noche, dio el portazo.

Miró por la ventana abierta de par en par, con la persiana subida. La luna brillaba fuera, casi era innecesario haber encendido la lámpara de la mesilla. Se tumbó en la cama apagando la luz.

"Tengo tres horas más para descansar solamente, mierda" - se dijo a sí misma.